24 feb 2009

NO HAY CULPABLES

Diálogo entre Laurent Cantet y François Bégaudeaurecogido por Philippe Mangeot.



Laurent Cantet: No se trataba de convertir a François en un superhéroe. Nuestra idea era mostrar que, cuando uno se arriesga, las cosas pueden ir mal, puede haber malentendidos.


François Bégaudeau: Si solo nos hubiéramos basado en la facilidad verbal, habríamos hecho El club de los poetas muertos de izquierdas con el valor añadido de la seriedad social estilo Cantet. Pero no nos hacía ninguna gracia.


Laurent Cantet: Durante las primeras tomas de la escena del patio, François dominaba demasiado la situación. Le pedí que no estuviera tan seguro de sí mismo, que estuviera algo más desestabilizado porque sabe que ha cometido un error. En los enfrentamientos, el profesor no siempre sale ganando. Puede hacer preguntas y hundir la daga hasta el fondo, pero los alumnos también pueden hacerle preguntas difíciles. Por ejemplo, cuando contesta que la diferencia entre la lengua escrita y la lengua hablada es cuestión de intuición. No tiene argumentos, todos le preguntan y debe contestar.


François Bégaudeau: También está el momento en que dice, después de pedir a los alumnos que hagan una redacción describiéndose a sí mismos: “Vuestra vida es interesante”. Pedagógicamente, tiene razón. Pero Angélica lo entiende de otro modo. Para ella significa: “Tengo la impresión de que nuestra vida no le interesa mucho”. También tiene razón.


Laurent Cantet: Pasa lo mismo con los profesores cuando hablan del consejo disciplinario de Souleymane. Al principio deciden no incluir a Souleymane. Sin embargo, a medida que van hablando, cambian de parecer. Nadie está convencido de lo que dice. Se empieza con una afirmación que, a continuación, se matiza y acaba cambiando completamente. Me gusta mostrar “en tiempo real” cómo nace un auténtico debate.


François Bégaudeau: Me parece que LA CLASE, de acuerdo con cierta tradición del cine francés, es una película sin culpable absoluto.


Laurent Cantet: La película no intenta proteger a unos y atacar a otros. Todos pueden ser débiles y brillantes, con momentos de gracia y de mezquindad. Cada uno puede tener momentos de clarividencia o de ceguera, de comprensión o de injusticia. Pero me parece que esta película comunica un mensaje positivo porque reconoce que el colegio es a menudo caótico. Se viven momentos de desaliento, pero también momentos de gran felicidad. Y de entre este gran caos surge bastante inteligencia.


François Bégaudeau: Estos momentos dependen de dos hechos: por un lado, el profesor no siempre consigue crear el dispositivo necesario para que existan; por otro lado, ya sabemos que la máquina de clasificar hace su trabajo. Reconozco que lo paso bien enseñando. O, mejor dicho, me gusta estar en un aula con treinta chicos e intentar reflexionar con ellos. Casi como iguales.


Laurent Cantet: El contrato de igualdad entre profesor y alumnos se rompe en el último tercio de la película por culpa del consejo disciplinario, dado que vuelve a imponerse la jerarquía y la autoridad. Sin embargo, no por eso queda anulado. Durante toda la película, se ve una utopía en pleno funcionamiento. No se trata de una idea acerca de cómo debería ser el colegio, sino de experimentar lo que podría ser. Pero llega un momento en que la utopía se da de bruces contra una máquina mucho mayor que ella, más o menos como lo que pasa fuera de los muros del colegio. Aun así, ha ocurrido algo.


François Bégaudeau: Siempre surgen situaciones geniales en el instituto, pero también sabemos que este mismo instituto es discriminatorio, nada igualitario, que es una máquina de fabricar reproducciones, etcétera.

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